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Documental:

Corrientes tiene payé, y no tiene invierno. La tierra de santos populares, del carnaval y el chamamé. El corazón del nordeste argentino y el gran amigo del Río Paraná. Un suelo con amor por la cultura, que no podía ser indiferente al deporte. El básquet, un orgullo nacional, plantó ahí también su semilla -entre sauces y lapachos- y pronto la fertilidad del terreno dio frutos. Una pasión social por la pelota naranja. En este escenario nació Alejandro Coronel, un abanderado del básquet correntino, que enorgullece a la provincia. Hoy, protagonista de un documental hecho para tenerlo siempre presente y no perder su gran legado. 

Alejandro, hijo del Chango Coronel (si, santiagueño), fue acunado en el club del Barrio La Cruz, San Martín de Corrientes. En los pacillos del fortín rojinegro, “el Ale” entrenó sus piernas corriendo de un lugar a otro, para luego volar. En su vuelo se llevó la bandera correntina, casi como si fuera una capa. Alejandro brilló en las canchas locales, los pisos de goma y concreto que antes pisaba luego se transformaron en suelos de parqué -nivel profesional-. Fue el primero con ese acento, con ritmo chamamecero, en poder hacer del deporte un oficio. Con todo el amor que el dignificante trabajo requiere. 

En la provincia, brilló con San Martín, Pingüinos, Córdoba, Regatas, Unión de Ituzaingó y Juventud Unida de Goya. Cuando agarró el bolso, fue a Cosecha de Resistencia, San Jorge de Santa Fe, La Unión de Colón, Luz y Fuerza de Posadas (donde debuta en la primera división), Estudiantes de Olavarría, Ferro, Echagüe, Ben Hur, Peñarol y Obras. Una carrera frenética en la que regó de un lado a otro todo su talento y gallardía. 

Sin miedo, todos se animan a decir, que como persona fue algo aún superior. “El Básquet tiene payé: la historia de Ale Coronel” es un documental que busca atar todos los puntos mencionados anteriormente. El básquet correntino, la intachable carrera de Ale Coronel y el inmenso legado que dejó dentro y fuera de la cancha. Una lucha contra la vida a la que fue armado con alegría, perseverancia y amor propio. Estaba listo para pasar a la inmortalidad, sabía volar y sus convicciones ya se habían solidificado. Hoy su imagen es mural, una camiseta -varias camisetas- y un documental que congrega los recuerdos de quienes lo conocieron y amaron. Un trabajo hecho por un grupo de estudiantes (Universidad Nacional del Nordeste) comprometidos en no dejar olvidar a un ídolo, en no bajar una bandera.

Pablo Catalá / [email protected] 
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