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La historia hoy, o por lo menos hasta ahora, se encamina a tener un final feliz. Puede ser aún más feliz, una felicidad plena y absoluta, pero ya está dando más alegrías que tristezas. Dallas fue una de las franquicias que apostó a un cambio de estrellas para acompañar y acoplarse de Luka Doncic, su jugador estelar. La salida de Kristaps Porzingis como ladero del esloveno dejó abierto un lugar para que llegue otro de ese target para que los texanos busquen su segundo anillo de campeón.

Para ocupar ese lugar llegó Kyrie Irving, una gran estrella de la NBA, que ya sabía lo que era salir campeón de la NBA luego de ganar en Cleveland Cavaliers en la temporada 2015/16 jugando junto a LeBron James y Kevin Love. Luego de poco más de una temporada ya en los Mavericks, hasta ahora la historia está saliendo mucho mejor de lo esperado.

Irving ocupa un puesto distinto al de Porzingis, por eso los Mavericks durante la última agencia libre trajeron jugadores para cubrir la zona interna. Están a 4 partidos que la felicidad sea absoluta, completa. Pero la realidad indica que está historia estuvo a punto de no ser contada, a punto de no tener ni siquiera un comienzo.

En enero del 2023 cuando Brooklyn salió al mercado a tratar de conseguir un traspaso por Irving, uno de los que se mostró interesados en quedarse con el base fueron Los Angeles Lakers. Los angelinos, ya inmersos en una etapa mala, ofrecieron a los Nets a Russell Westbrook, uno de los jugadores más criticados de ese equipo. Además pusieron a disposición de los de la Gran Manzana dos picks de primera ronda del draft 2027.

Sin embargo, Brooklyn prefirió la oferta de Dallas: Spencer Dinwiddie, Dorian Finney-Smith, una primera ronda de draft de 2029 desprotegida y dos picks de segunda ronda. Curiosamente, Dinwiddie ahora juega en los Lakers. ¿El más dolido por esa transacción? LeBron James, quien no pudo ocultar su enojo y aún hoy sigue molesto porque los angelinos no lograran ficharlo.