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Juan Carlos Navarro es básquet, así de simple. Su apodo, la Bomba, hace alusión a todo lo que su juego significó en la historia de la naranja. El culpable del mote fue Joan Montes, el entrenador que lo hizo debutar en la ACB. El técnico, que en ese entonces dirigía Barcelona, confesó que todo surgió luego de una inquietud del periodista Agustín Cuesta, quien le preguntó cuál era su opinión del escolta.  

“Es una bomba de relojería, yo lo meto allá y el tío se las tiras todas... Podés ganar por veinte o perder por veinte”, fue todo lo que necesitó responder Montes para que la prensa inmortalice el apodo de Navarro.  

Por supuesto, Navarro hizo honor a su nuevo apodo y en el partido posterior a ese elogio, que dicho sea de paso era su debut en ACB, convirtió diez puntos en diez minutos. Los fanáticos se enamoraron a primera vista y al día siguiente el diario La Vanguardia le puso el título a la ocasión. La crónica simplemente decía "La Bomba le roba la escena a Dueñas".  

El periodista que escribió la nota fue Juan Antonio Casanova y en el texto les contaba a los lectores que su apodo venía por "la explosividad de su juego, que con sus atrevidas acciones se puso al público en el bolsillo". La leyenda continúa y su figura se agranda. Le dicen la Bomba, se llama Juan Carlos. Pónganse de pie. Es un honor.