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No hay dudas que Shaquille O’Neal puso en el mapa a Orlando en cuestión deportiva/basquetbolística y le dio al Magic el golpe de efecto necesario para una franquicia nueva en el mundo NBA. Pero así como se lo dio, también se lo quitó cuando casi que de la noche a la mañana desembarcó en California para sumarse al glamour de los Lakers.

Los cuatro años de Shaquille en Orlando fueron pura fantasía, casi que una extensión de lo que era Disney. El pivote era un atractivo más en la ciudad y su carisma se amoldó por completo, a la par de que se formó un buen equipo en poco tiempo. Llegaron a la final de la NBA en solo tres años de contar con el grandote, pero cuando llegó el momento de pensar en una renovación pecaron de ingenuos.

Antes de la llegada al Magic, siempre se ponía en duda de si a Shaq le gustaría ir a ahí, pero todo se dio normal y el nacido Newark se puso la camiseta y rindió con creces. No obstante aquellos rumores iniciales, hablaban de que O’Neal siempre soñaba con jugar en California, por eso que cuando los trascendidos volvieron cuando se acercaba el momento de renovar.

La oportunidad de ganar un campeonato con Orlando estaba cerca, por eso que renovar estaba entre las prioridades del interno, pero no a cualquier costo, sino que a partir de una suma considerada de dinero. La franquicia pensaba a futuro sabiendo que también que darle un buen contrato a Penny Hardaway para retenerlo, por eso que pensaron retacear un poco a Shaq para tener espacio en la temporada siguiente, una jugada tan inteligente como ingenua.

Al llegar el momento de la renovación, Shaq le pidió a su abogado, Leonard Amato, negociar con Orlando con tranquilidad para sacar una buena suma, al fin y al cabo era un equipo joven, si un techo todavía. Pero lo que pasó luego es que O’Neal empezó a leer en los periódicos que la franquicia no iba a pagarle el máximo para ahorrar dinero pensando en Penny.

La propuesta se decantó en 80 millones por cuatro años, lo cual a Shaq le cerró, pero no muy convencido. En el interin que debería pensar la respuesta a esa oferta, vio en el noticiero algo que no le gustó para nada. “Me quedo en casa y escucho tarara, tarara (cortina de sportscenter). La noticia era que Alonzo Mourning se convertía en el primer jugador en ganar cien millones de dólares, renovando con el Heat. Digo ‘wow’ y pensé automáticamente que mi cifra tenía que cambiar y contraoferté 150 millones”, recordó Big fella.

Aquella cifran impactó en los cimientos dirigenciales de la franquicia, era una suma jamás vista y nadie se atrevió a decirle sí, sin dudar. Mientras tanto Shaq leía en el periódico de Orlando ¿Vale Shaq ciento cincuenta millones? “En la portada del Sentinel de Orlando se preguntaban si valía lo que pedía y el 85 por ciento dijo que no y entonces yo estaba ‘¿Orlando ya no me quiere, ya no es mi equipo? Ok”, expresó O’Neal en el documental Magic Moments.

Leonard Amato recibió el llamado de los Lakers cuando supieron que el hombre grande más dominante estaba en el mercado y ofertaron 121 millones de dólares y automáticamente se bajó el martillo, el combo Shaq-Hollywood era perfecto para lo que era el pivote como figura histriónica y deportivamente era el complemento ideal para un joven Kobe, componiendo una dupla compacta para levantar a la franquicia angelina tras la partida de Magic Johnson.

Así se cerró el circulo histórico de Shaq en Orlando y cuatro años soñados, fusionados entre el carisma y el baloncesto en un equipo que de la noche a la mañana paso de cenicienta a candidato, demasiado para una franquicia que se había creado en 1989 y en cinco años estaba jugando una final de liga.

Mauro Osores / [email protected]
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