Entrevista

Fefo Ruiz: "En Argentina nunca entendieron que lo mejor era dejarme solo"

23:40 04/05/2020 | Hablamos con el formidable goleador uruguayo, máximo anotador de las primeras tres ediciones de la Liga Nacional argentina.

Fefo frente a otro monstruo: Ernie Graham (Foto El Gráfico)

Los que tuvimos la suerte de vivir los primeros años de la Liga Nacional, más aun en Bahía Blanca, nunca olvidaremos la revolución que significó Wilfredo Ruiz para la ciudad y para la Liga. Fefo (no había otra forma de llamarlo), no era un anotador, era un goleador monstruoso. Decir que tenía el aro entre ceja y ceja sería enpequeñecer su voracidad. Tuvo el récord de puntos en un partido de la Liga durante algunos años (60) y en Uruguay un día metió 84. Hoy nos dimos el gusto de charlar un rato con él, que pasa su cuarentena en Salto, Uruguay, donde reside. 

-¿Qué es de tu vida hoy Fefo?
. Trabajo como cualquier mortal, parado por esto de la cuarentena. Tengo 4 hijos y vivo en Salto, a 500 kilómetros de Montevideo. Soy presidente honorario de Welcome, que es mi club. 

- Te hago la misma pregunta que le hice en su momento a Esteban Batista, es Güelcam o Güelcome?
. Para nosotros es Güelcome, porque nace a través de un felpudo, cuando estaban buscando el nombre de la institución, ya hace 95 años. Había un felpudo que decía Welcome (fonéticamente Güelcome), y quedó así. Si vos le decís a un veterano Güelcam, te dice que no, que es Güelcome. Todo viene por ese felpudo famoso.

-¿Cómo caíste en Bahía Blanca?
. Yo tuve una temporada fantástica el año anterior en Montevideo, promediando 50.7 puntos en 33 juegos, y nos fuimos a los Juegos de Los Ángeles, donde hicimos un torneo bárbaro con Uruguay, pero antes jugamos unos amistosos contra Puerto Rico y alguno más, y creo que fue ahí donde Beto Cabrera me echó el ojo. Después de Los Ángeles yo ficho para un equipo mexicano y en febrero de 1985 me viene Beto a buscar directamente a Montevideo. Yo antes, durante y después de mi experiencia en la ciudad siempre pensé que Bahía era el lugar ideal para desarrollarse, porque se vivía el básquet de una manera especial. Y me fui para allá sin saber que caería en las manos de un entrenador, para mí, excepcional, como Huevo Sánchez. No solo era un buen entrenador, sino que también era un gran director técnico en la cancha. Desde el primer día que llegué me dí cuenta la pasión que tenía, era contagiosa y asombrosa. Fijate que con su edad sigue con los campus y demás. Porque vive, vivió y vivirá para el básquet.

- Ok, pero el que te fue a buscar fue Beto, no Huevo. Que no se adjudique tu hallazgo.
. El que me fue a buscar fue Beto Cabrera, Mandrake. Significa muchísimo eso. Él se entrenaba con nosotros en Estudiantes, y la seguía metiendo con 40 años a la par de nosotros. Una cosa bárbara. No lo ví jugar lamentablemente. La primera temporada con Estudiantes fue muy buena. Sorprendimos y nos asaltaron en las semifinales contra Ferro en Buenos Aires, porque si no éramos finalistas. Nadie entendía como un equipo con dos extranjeros que no llegaban a 1.90 podía destronzar al gran favorito que era Ferro. Ganamos bien el primero, el segundo lo perdimos bien y en el tercero, por cosas extrabasquetbolísticas, nos sacaron la final de las manos. 

- A ver, tenés 59 años, jugaste en los 80. Yo te ví en tus inicios, pero al pibe que tiene 30, ¿cómo le explico quién era y qué hacía Fefo Ruiz en los comienzos de la Liga? Porque no recuerdo haber visto después algo parecido.
. Yo era un tirador. A mí me fueron a buscar para que la tirara. En los clubes que yo jugué en mi carrera casi todos los sistemas que había terminaban en mí, entonces era difícil que no la tirara. No sabía hacer otra cosa. Yo era tirador. Y diferente a todos, porque tiraba mejor marcado que solo. Ninguno de los defensores de Argentina entendió eso. Yo tenía un defensor en Uruguay que no me marcaba. Y me iba mal. Todo el mundo decía que yo me inventaba los foules, pero en realidad lo que pasaba es que yo los iba a buscar para que me marcaran, porque necesitaba ese contacto, era una referencia más. Yo me entrené toda mi vida con una vincha que tenía una mano de acrílico que me tapaba la cara. Tiraba mejor marcado, y esa es una gran diferencia para un goleador. 

Fefo graficando cómo era la vincha con la que se entrenaba (Foto La Deportiva)

- Vos medías 1.89, no era muy alto, y tampoco muy atlético. 
. No, pero no necesitaba la vista. Tenía buen jump, saltaba bastante para tirar, pero lo más importante es que también tiraba desequilibrado. Igual, repito, la gran diferencia era que tiraba marcado. Cuando a los demás el aro se les achicaba, a mí me parecía cada vez más grande. ¿Es raro no? Hay anécdotas de eso. Muchas veces me pegaba yo mismo, porque necesitaba el contacto. Muchos me querían jugar físico, y no entendían que para mí era mejor. 

- Vos estuviste desde 1985 a 1989 en la Argentina y, salvo al final, en Olimpo, casi no tirabas de tres puntos, ¿por qué?
. Antiguamente, el básquet era al revés que ahora. Ahora los pick and roll son altos, los grandes tiran de tres y todo se arma afuera de la medialuna. Antes se jugaba abajo, el doble stack se hacía en la línea de personal, entonces la lucha era ahí. Tirar de tres no era como ahora. Además no te marcaban ahí, tan lejos del aro. Era otro básquet, diferente. 

-¿Vos te entrenabas de qué forma, más allá de la vincha?
. Me obligaba a embocar 300 tiros antes de irme de cada entrenamiento, lo que me obligaba a tirar unos 450 tiros aproximadamente. Sin que nadie me alcanzara la pelota. Trataba de entrenar las mismas situaciones de partido, porque sabía que paradito nadie me iba a dejar, entonces eso no me servía. ¿Quién tira parado? Nadie. Normalmente yo no usaba las cortinas, y era muy agresivo para buscar mis tiros. Son cosas innatas. Después de esos entrenamientos, sabía que en los partidos no podía fallar. Tenés que ser muy cararrota si después de tirarte todas al final no la querías tirar vos. 

-¿Esas te gustaban más no?
. Esa última bola siempre me gustó más que nada, ¿sabés por qué? Porque no tenía nada que perder. Tiraba la última bola, la erraba, ¿quién me iba a decir algo? Fueron más las que erré que las que emboqué, pero las que metí las disfruté mucho.

- Recuerdo alguna vez haber contado que en un partido completo devolviste dos pelotas de todas las que te dieron. Metiste un montón de puntos, obviamente. ¿Tenías algún tipo de acuerdo tácito con tus compañeros o se calentaban con vos?
. Si de 10 sistemas, 7 terminan en su manos, ellos sabían que la iba a tirar. Y vos decís que metí un montón de puntos, por lo que estaba viendo el aro muy grande. Demasiado grande. Mis compañeros sabían que ese era el camino. Yo tenía un compañero en Uruguay, Carlos Peinado, que me daba la pelota y, si la embocaba, me la seguía dando, hasta que erraba. Mirá que del otro lado tenía a Tato López eh, pero él sabía que si embocaba me la tenía que seguir dando. Ahora, erraba dos bolas y la pelota iba para el otro lado. Era la ley. Cuando un goleador emboca hay que darle la pelota. 

- Debió ser particular tu relación con Willie Scott al principio, un base americano al que no le debía causar demasiada gracia eso. 
. Varios almuerzos convenciéndolo de cuál era el camino. Willie era un fenómeno. 

- Viendo las estadísticas de ese primer año, vos metiste 33 de promedio pero él 22, 55 entre los dos...
. Por eso te digo, fijate vos que más del 60% del gol del equipo pasaba por las manos de los dos perimetrales. Y mirá que teníamos a un fenómeno como Jorge Faggiano, totalmente jugador de equipo. Defendía al mejor, se ponía al equipo al hombro. 

- En realidad todos jugaban para ustedes dos. 
. Bueno, pero con esos dos extranjeros terminamos terceros y podríamos haber sido finalistas. Mal no nos fue. El equipo confiaba en el perímetro. Yo me sentí muy cómodo. En Bahía pasé unos años maravillosos. 

- 35 años después seguís siendo uno de los máximos goleadores de la historia de la Liga y el mejor promedio de todos los tiempos (28.2). Siendo uruguayo, ¿te dabas cuenta lo que estaba cambiando el básquet acá con el arranque de la Liga?
. Obviamente. Siempre cuento que cuando con yo venía con Uruguay, se notaba que había una fiebre con el básquetbol, y por eso llegó después la Generación Dorada. Y te digo algo, están en camino de tener otra Generación Dorada. Y en relación a la pregunta, se veía en todos lados que se respiraba básquet, no solo en Bahía. Los gurises en vez de jugar al fútbol jugaban al básquet. Y se notó. 

- Después de tres años en Bahía, te cruzaste a Olimpo en un equipo que tenía a Tato López, el Loco Montenegro, Aníbal Sánchez, después Jimmy Thomas. Si alguien lee ese plantel y no sabe cómo terminó, diría que llegó a la final como mínimo.
. El problema es que fue un equipo dispar, que nunca se encontró como tal. Era un flor de equipo. De nombres en realidad. Equipo nunca fue y después empezaron los problemas. Yo me lesioné, Tato se fue, en fin, un montón de cosas que llevaron a que Olimpo no fuera lo que se esperaba. Se había armado para intentar ser campeón, pero no funcionó. Pero estaba para ganar todo, porque Tato era un fenómeno, el Loco era diferente a todos, y después cada uno aportaba lo suyo, pero nunca fuimos un equipo. Y a mitad de año se fue todo al demonio. 

- En esa época tenías 27 años. ¿La etapa de la Liga es la más importante de tu carrera?
. No sé si la más importante porque después en Uruguay, con mi club, conseguí cosas importantes también, pero Bahía es muy importante en mi vida, como así también haberme cruzado con el Huevo. Si tuviera que preparar hoy a un jugador de básquet, lo haría con las mismas palabras que el Huevo me decía hace 35 años. Porque no solo se vive del entrenamiento, también de la motivación, y el Huevo sabía dónde tocar para que dieras un poco más. 

- Esa época además coincide con una etapa de la selección uruguaya que fue la mejor de los últimos 50 años. 
. Ni hablar. Ahí también se daba una química fantástica. Tenía figuras estelares, pero pudimos armar un equipo. Y nos llevó a lograr cosas impensadas. En el Preolímpico de 1984 salimos segundos ganándole a Canadá y a todos y se empieza a formar un gran equipo. Era sólido, durísimo. Ganarle a Uruguay era duro de verdad eh. 

- Recordame nombres...
. El quinteto inicial era Peinado, Larrosa, Núñez, Tato y yo. Después venían del banco Pierri, Álvaro Tito, Perdomo, Haller, Pagani...cada uno apoyando al resto. Era un equipo, y teníamos un gran director técnico, que era Etchamendi, haciendo dupla con Berardi. 

- En Los Ángeles 84 jugaste contra Jordan, ¿te acordás?
. Sí, claro, ¿cómo no me voy a acordar? Para nosotros era Jordan, no Yordan. Vos pensá que nosotros mañana vamos a jugar contra un equipo de Finlandia y podemos hacer un scouting sin problemas. En 1984 no teníamos ni idea de contra quién jugábamos. Veías un partido de la NBA si un amigo viajaba a Estados Unidos y te traía un casete. Si no era imposible. Y nosotros éramos un equipo duro. En Los Ángeles los partidos que se abrían demasiado en el score los entregábamos porque sabiámos cuáles teníamos que ganar para ir por las medallas, que era nuestro objetivo. Desgraciadamente nos toca el cruce contra Yugoslavia, que era un equipazo. 

- Jugaste poco en la selección.
. Sí, yo tuve un problema cuando en 1986 me pierdo el Mundial, después de haber sido uno de los goleadores del Mundial de 1982. Mi situación había cambiado, ya estaba casado, tenía que mantener a mi familia, y la Federación entendió que yo quería plata por jugar, y yo simplemente quería que me dieran lo que me perdía por no estar en Bahía. Tuve problemas con eso y después ya la selección no fue el grupo que era antes. Como en todo, tenés que tener motivación. Y ya las cosas no estaban dadas. 

-¿Te costaría jugar hoy o te sería más fácil?
. Seguramente si me paro a jugar podría meter alguna, pero no podría jugar como lo hacía. Cuando yo me retiré tenía 37 años y lo hice porque me dí cuenta que iba a venir un chiquilín y me iba a marcar porque iba a correr más que yo, simplemente con eso. Entonces no quería. Metí 45 y al otro día dije que no jugaba más. Después empecé con la productora de comerciales y lo otro fue un lindo recuerdo de mi vida. Hoy no estoy interesado de jugar ni en veteranos. 

-¿Te volvieron a llamar para volver a Argentina?
. No, nunca. Creo que ya había dado todo lo que tenía para dar en Argentina. 

- Antes hablábamos de tu época con la selección y en esos años, Uruguay estaba a la par de Argentina. ¿Qué pasó en estos años? ¿Fue por la Liga argentina que se abrió tanta diferencia?
. Aun hoy pasa lo que pasó en ese momento. Nosotros seguimos jugando con equipos armados con hombres viejos. La mayoría tiene más de 31 o 32 años y los ídolos tienen más de 40. Los héroes de la Liga Nacional, que de Nacional no tiene nada porque son todos de Montevideo, tienen más de 40. ¿Sabés cuál es el motivo? Que no les dan posibilidades a los jóvenes. Las figuras jóvenes tuvieron que emigrar todas a la Liga de Desarrollo de Argentina porque los técnicos no se la juegan. No ponen a los jóvenes porque si los ponen y pierden 3 partidos, posiblemente pierdan el trabajo. Y los jóvenes son fundamentales para el recambio, para verlos cometer mil errores. Uruguay nunca lo entendió. Nosotros, antes de esa época buena de la selección, perdíamos por 40, pero jugábamos. Porque aprendés mucho más perdiendo que ganando, pero sobre todo jugando. Difícilmente entonces Uruguay tenga un despegue. Mientras que en Argentina explotaron los jóvenes, inventaron la Liga de Desarrollo, que en realidad no es un invento, Uruguay no lo tiene. Y los jugadores con proyección deben emigrar todos. Así estamos. Difícilmente podamos llegar a un Mundial y menos a unos Juegos Olímpicos. 

Fabián García / [email protected]
En Twitter: @basquetplus

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