Internacional

Mateo Díaz, el otro campeón argentino en España que dejó todo por un sueño

17:54 22/06/2021 | Tuvo una temporada notable en el ascenso, pero decidió borrar su prometedor futuro por una desconocida chance en el exterior. Ahora es de la acb.

Díaz tuvo una gran temporada en Breogán (Foto: Prensa Breogán)

Promesa argentina, hijo del gran Gabriel Díaz y portador de un talento que le permitió con 17 años deleitar a todos en el ascenso del país, con una personalidad disímil y un sentido por el juego particular. 11 puntos y tres asistencias en 28 partidos y con 21 minutos de media fueron sus credenciales y la Liga Nacional se erigía como la red que caza a los peces del mar.

Terco, Mateo quiso tomar una ruta distinta e irse hacia rutas salvajes. Su sueño, como su calidad, no era habitual y su ola corría por otro caudal. España era su norte y lo que parecía una opción arriesgada finalizó siendo la mejor decisión de su vida.

Llegó hablando bajo, con mucho español y poco inglés, no le garantizaban minutos y lo suyo iba a ser en las prácticas. Pero, fiel a su argentinidad y obstinado hasta en las fibras de su cabello, aprovechó la chance y, ayudado por las circunstancias, explotó y no miró para atrás, logrando el ascenso a la acb con su querido Breogán.

“Lo que buscaba era dar un salto al nivel internacional y jugar en una liga como la LEB Oro, que es muy importante, podía ser ideal. Quería seguir mejorando como basquetbolista y continuar aprendiendo en un equipo como Breogán, al que llegaba con la idea inicial de entrenar más que competir en la cancha”, confiesa Mateo desde España, en un atardecer europeo en el que habla despacio y con esa claridad de conceptos que también demuestra en la cancha desde su puesto de guardia.

Jorge Racca, Diego Ciorciari, Alejandro Bortolussi, Juan Fernández, Lucio Redivo… No iba a cualquier otro club, sino a uno que valoraba el producto bruto interno argentino como pocos. Su agente le dio el canto de sirenas, le dijo que era un elenco con aspiraciones de ascender y que tenía una estructura similar a la de un equipo de la acb. La teoría estaba hecha, restaba la práctica. 

Al comienzo no fue fácil, tuvo que ensuciarse desde abajo y empezar de nuevo otra vez, como si ese esfuerzo en Argentina no hubiera servido de nada. “Era el más joven de la plantilla, no me conocían y yo tampoco a ellos. Tenía que demostrar lo que sabía hacer y que estaba predispuesto a dar lo que sea para ganar”, recuerda.

Y justamente eso fue lo más importante. “Brindar el máximo cada día, en todos los entrenamientos”, fue su receta para afrontar el eventual mal. Paulatinamente se ganó la confianza del técnico y de sus compañeros, que sabían que era alguien altruista, como todos aquellos héroes de la Generación Dorada y de otras nuevas camadas que pisaron el territorio europeo.

Facundo Campazzo luego de la lesión de Jamal Murray en la NBA, Leandro Bolmaro tras la salida de Thomas Heurtel en Barcelona… Al talento argentino le faltaba un último acto en la 2020/21 y esa fortaleza mental para estar siempre listos para los retos también fue para Díaz, que ante un golpe de uno de los armadores más experimentados del plantel tuvo el encendedor que empezó el fuego.

“Lo tomé tranquilo, sabía que estaba preparado para la situación que me tocaba. El segundo base tuvo algunas lesiones y eso me permitió tener más minutos. Lo que me decían para hacer, lo intentaba calmado, entendiendo que si yo daba el máximo no tenía nada que recriminarme”, exclama.

Lo mismo fuera de las canchas, donde debió aprender a sobrevivir por sí mismo, sin el apoyo de su familia y de los suyos: “Eso fue algo duro, estando lejos de mis seres queridos y de mis amigos. Con el correr del tiempo lo terminé asimilando mejor, pero al llegar era más difícil porque pensaba en juntarme con ellos y nada más”.

La vida, afortunadamente, lo puso en su lugar y le pagó tanto esfuerzo. Mejoró el físico, dio un paso al frente en defensa y la prueba que se provocó a sí mismo finiquitó con la aprobación personal de que estuvo a la altura de las circunstancias.

Aunque no está conforme, y va por más. “En ataque tengo que afianzar el tiro, en los últimos partidos estuve errático, y seguir creciendo en los otros dos aspectos”, comenta mientras se exige con esa virtud del ascenso constante y sin pausa que le permitió ser un campeón argentino en suelo español.

Por el amor de su padre, por su familia y sus amigos, por el básquet, por Argentina. Tiene 19 años, pero parece de 40. Madurez, determinación, corazón y búsqueda de la perfección por encima de la razón. Es Mateo Díaz y su nombre, el del otro nacional con título en España, ya nadie se olvida. Esta es su casa, esta es su vida. 

 

 

Ignacio Miranda/ [email protected]
En Twitter: @basquetplus
En Twitter: @nachomiranda14

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