


Día 8: 11.5 km y cena argentina
Rompí mi marca de caminata: 2h06m y 11.52 kilómetros. Lindo paseo por La Merced. Después, nota con Lapro y Facu y, para completarla, cena en El Diez.

Decidí que el comienzo de la segunda fase del Preolímpico me iba a encontrar en buen estado físico y por eso largué temprano para hacer una caminata más larga de lo habitual. Buen desayuno, saludos a JD que se quedaba apoliyando y a caminar, sin destino prefijado.
Como no salí nunca para el lado sur de la ciudad, aranqué para ahí. A dos cuadras del hotel, primera parada, porque está la entrada del Templo Mayor, al que ya vendré con más tiempo, para entrar. Son las ruinas de Tenochtitlán, como se llamaba esta ciudad en tiempo anterior a la conquista, y ya de afuera se ve impresionante.
No quería perder ritmo, así que seguí, por intuición, para el Sur. Imaginaba que un domingo estaría todo muy tranquilo, pero a las pocas cuadras me topé con el barrio de la Mercad y sus mercados/ferias, un auténtico quilombo de gente, negocios, aromas y ruidos. Aunque no la conozco, supongo que La Salada es una cosa así.
Intenté empezar con mi plan de retratos, pero al primero que le pregunté si le podía sacar una foto me sacó cagando, "chinga tu madre", así que no insistí, sobre todo viendo el gran cuchillo con el que cortaba los pollos de un saque.
Me dí cuenta que cada vez me alejaba más de mi ruta de retorno, que obviamente era por Reforma, la gran y bella avenida de Ciudad de México. No me importó. Tenía tiempo como para hacerlo. El tema es que aguantaran las patas. Por suerte, le metí ritmo, di una vuelta larguita y cuando caí en Reforma ya andaba por los 8km. Me faltaban algo más de 3.
La última etapa, además, era la más linda, porque más allá de la belleza de Reforma, los domingos se promueve el paseo en bicicleta, y se las resguarda del tráfico vehicular, por lo que el espectáculo es muy bonito. Arribé al hotel y el stop en el fono marcó 2h06m de caminata y 11.52 kilómetros. Nada mal.
Baño y a la cancha con The Legend. La jornada en el Palacio de los Deportes sería corta, ya que después del partido de Argentina debía ir al hotel a hacer una nota con Laprovittola y Campazzo juntos para la revista próxima.
En la cancha, una agradable sorpresa. Llegó Ale Fluriach, viejo amigo argentino que creó aquí la cadena de restaurantes El Diez, a la que fuimos convocados para esta noche con Canasta. Inmejorable plan.
Ganó Argentina y con Canasta fuimos al hotel, ya que de ahí mismo arrancaríamos a El Diez. Linda nota con los hermanos Macana, que son amigos en serio y que, además, piensan. Ojalá en el papel se vea reflejada la linda charla.
Gran gestión de Chapita Beder, jefe de prensa de la CABB, con el que mantenemos aquí en México el mismo promedio de peleas que en Argentina: 2 por semana. Quizá esté particularmente ansioso por ver cómo se le van acabando sus galletitas Melba. No hizo bien las cuentas. Trajo apenas 20 paquetes para este viaje, cuando consume uno diario y arrancaron el 23/7 con la Copa Tuto Marchand. Encima, algunos pícaros le morfan las Melba a sus espaldas. Por suerte hoy llega Lea Fernández con 3 más de refuerzo. Igual no alcanzarán.
Lo mejor estaba por venir. A las 20.30, horario más que conveniente tras el esfuerzo físico de la mañana, partimos con Canasta y Claudi Villanueva a El Diez, donde esperaban Carlos Raffaelli, su hijo Sebastián, el anfitrión Ale Fluriach y Marcelo Schesterfeld, colega de Comodoro.
El morfi fue brutal: vino argento, empanada de entrada, mollejas, asado de tira y entraña. Hacía falta una comilona así charlando de básquet, mirando México-Puerto Rico por TV y disfrutando la velada. Un crack Ale.
Chochos, y llenos. Así volvimos con Canasta al hotel. El taxi tuvo que dejarnos a unas cuadras porque la zona del Zócalo estaba cerrada, pero las aprovechamos para hacer la digestión y contemplar, para nosotros solos, la imponente Catedral.
Caí como un bebé en la cama. Quizá, hasta ahora, el día más productivo.