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Más allá de su paso de dos temporadas por los Washington Wizards, resulta bastante extraño imaginar a Michael Jordan en su máximo nivel y con otra camiseta que no sea la de los Chicago Bulls. Sin embargo, pudo haber ocurrido. Y la franquicia que estuvo a punto de lograr un traspaso para conseguirlo justo antes de que comenzara a ganar títulos fue Los Ángeles Clippers.

Según cuenta el periodista Sam Smith en su recordado libro The Jordan Rules, todo ocurrió en 1988 y curiosamente luego uno de sus mejores años a nivel individual. En esa campaña, el escolta había ganado tanto el MVP como el DPOY gracias a sus promedios de 35 puntos, 5,5 rebotes, 5,9 asistencias, 3,2 robos y 1,6 bloqueos por partido. A pesar de que no había dejado lugar a dudas sobre su impacto en la NBA, los Bulls no estaban cien por ciento seguros de que podrían ganar un campeonato con él inmerso en ese plantel.

Entonces, comenzaron a tantear el mercado. La franquicia angelina, propiedad por ese entonces del infame Donald Sterling, le ofreció un trato que consistía en otorgarles las elecciones número uno y seis de aquel Draft, además de tres jugadores de la plantilla a elección. En la mencionada ceremonia, los escogidos en esos puestos fueron Danny Manning y Hersey Hawkins.

Eventualmente, tras pensarlo con detenimiento, Chicago rechazó la oferta y se quedó con MJ. Apenas tres años más tarde, el hombre con la 23 en la espalda los catapultó hacia la cima de la competición. Fue la primera de las seis Finales que ganaron bajo su liderazgo. Una época de dominio que hubiera sido totalmente diferente si la institución se decantaba por negociar a su figura.